Ya han pasado casi cinco meses desde que no estás conmigo. Y ha sido hoy, 150 días más tarde cuando me he dado cuenta de que me he estado mintiendo a mi mismo. ¿A quién quiero engañar? Josep, Iván, Alex, Rober, John, Jordi, David, Pedro, Fran, Alfonso… ¿Para qué quiero tantos nombres en mi vida si ninguno de ellos significa ni una milésima parte de lo que significa el tuyo? Todos resultan parches y remiendos baratos, betadine y tiritas de colores en un corazón sin cura, un corazón cuya brecha sólo puede ser cubierta por tu amor, tu persona y tu ser. Porque hoy me he dado cuenta que no he estado más que intentando demorar mi realidad. Y mi realidad es que te amo como nunca he amado nadie. Más aún, te amo como nunca te he amado. Te amo más que a mi vida. Y es que la daría por tenerte a mi lado, por poder sentirte, tocarte… Y aunque esta carta me ayude a sanar brevemente, no son más que palabras, ninguna de ellas comparables a lo que realmente siento por ti, sí por TI.
Y ahora, también por ti, he aprendido a madurar, a respetar, a amar y a ser más tú. Por ti, sí por TI, he aprendido a ser celoso, celoso de tu amor y de que se lo entregues a cualquier otro. Porque lo quiero para mi, TODO PARA MI. Porque quiero volver a sentirte cerca, conmigo, en tu cama o en la mía, en el cine o en un restaurante. Quiero poner en marcha todos estos cambios que he sufrido. Quiero poder disfrutarte cada día más, no desaprovechar esos momentos sólo por considerarte un amigo entre mis amigos. Quiero cogerte de la mano, pues ya no tengo pudores. Quiero besarte ante la multitud, pues ¿por qué debería avergonzarme de hacer algo que tanto ansío?
Pero “ahora no es el momento”, o eso dices. Pero mis días están contados. No tardaré en marchar… y no me quiero ir sin mi premio, no sin TI.
Mira tú por donde... he empezado a escribir unas cartas a nadie.
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