Vigesimonovena entrada.
No suelo actualizar con tanta frecuencia, pero esta montaña rusa de emociones no caben en una sola entrada de largas semanas de distancia.
Y resulta que no siempre uno encuentra lo que busca ni consigue lo que espera. Se hace unas ideas, unos bocetos a lápiz de sus propias metas, se marca unas pautas que nunca se pueden seguir en su plenitud.
Siempre me vuelve a la cabeza esa canción que me ha acompañado desde niño y que, aunque parezca broma, tanta ayuda me ha proporcionado. Y ¡para ti! que sé que lees este blog, y ¡para ti! que también lo lees, y ¡para ti! y también ¡para ti!... Te dedico esta canción con el fin de que también pueda enseñarte y aportarte lo mismo que a mí.
Soy la pregunta del millón
Siempre la interrogación
No respondas que sí, porque sí.
Y qué, qué podrías tú decir
Si yo no te voy a oír, no me entiendes
Y nunca seré lo que esperas de mí.
Jamás, ya me vas a conocer
Niño y hombre puedo ser
No me uses y apartes de ti
Y vi, como alguien aprendió
Lo que nadie le enseño
No me entienden, no estoy aquí.
Y yo solo quiero ser real
Y sentir el mundo igual que los otros
Seguir siempre así
Porque yo tendría que cambiar
Nadie más lo va a intentar, y no entienden
Que sigo aquí
Y tu, ves lo que ellos nunca ven
Te daría el cien por cien
Me conoces y ya no hay temor
Yo mostraría lo que soy
Si tú vienes, donde voy no me alcanzan
Si eres mi amigo mejor
Que sabrán del mal y el bien
Yo no soy lo que ven
Todo un mundo durmiendo
Y yo sigo soñando porque
Sus palabras susurran mentiras que nunca creeré
Así que mira tu por donde... Y sigo aquí